La aldea de Sistelo pertenece a la influencia de Arcos de Valdevez, en pleno Parque Nacional de Peneda-Gerês, el lugar es famoso por sus terrazas o “socalcos”, unas plataformas más o menos planas acondicionadas por el hombre por la necesidad de aumentar la superficie fértil en laderas muy empinadas y de limitada productividad. Este paisaje aterrazado le supuso el sobrenombre del pequeño Nepal, pues recuerda a los arrozales de esa zona de Asia, solo que aquí, en esta parte de Portugal se cultiva el maíz, el centeno y hierva para el ganado.

El recorrido comienza en la misma aldea, hoy restaurada en gran parte y donde es posible contemplar la arquitectura de sus casas típicas, puentes, ermitas, lavaderos públicos y fuentes, pero en todo el entorno urbano destaca el Castillo de Sistelo, un palacio de planta rectangular con dos torres almenadas. El conjunto fue edificado en la segunda mitad del siglo XIX por un paisano del lugar a su regreso de Brasil, primer vizconde de Sistelo. Es momento de abandonar la zona poblada y salir de la aldea, lo hacemos en sentido sur, cruzando la carretera y emprendiendo una suave pendiente hasta alcanzar el pequeño vial M-1289, carretera que cruzaremos hasta en dos ocasiones hasta alcanzar terreno más abierto y llegar después de media hora al alto de Chã da Armada. Desde este lugar obtenemos unas estupendas vistas de todas las terrazas y de la aldea de Padrão, que marcó el centro de toda la actividad agrícola del valle. Pero porque se llegó a este tipo de aprovechamiento, cual fue el motivo de tanto esfuerzo?. Cuando en el siglo XVIII llego el maíz a estas tierras, el espacio disponible se quedó pequeño para este cereal, los huertos ocupados hasta ese momento por el trigo y centeno no hacían productivo él cultivo del maíz. Surgió la necesidad de ampliar el terreno y dar al maíz más horas de sol cultivando a mayor altitud, creando así entre los siglos XVII Y XIX estos pequeños huertos.

La senda sigue su curso, si bien ahora se muestra poco nítida en algunos tramos, hay pues que prestar algo de atención para no perder el rastro hasta llegar a pisar camino empedrado, donde se abre una larga cresta y un paisaje fabuloso sobre la vertiente del rio do Outeiro. En la próxima bifurcación debemos seguir por la izquierda, caminando hacia el bosque sin llegar a penetrar en la arboleda, continuamos por la derecha unos metros hasta los muros de la Branda del rio Covo. Esta majada de altura era utilizada con el desplazamiento del ganado y todavía conserva la caseta-refugio donde el musgo cubre buena parte de su estructura primitiva y tosca. Las paredes trazan un círculo de piedras asentadas unas sobre otras, en equilibrio y sin ningún tipo de elemento de unión, elevando la construcción a una segunda planta y cerrando el techo con una cúpula. Desde la majada hay que retroceder unos metros para retomar la senda original, adentrarnos en un bosque mixto y salir en dirección norte a otro grupo de cabañas, la Branda do Alhal, es un asentamiento sólo para el ganado, si fines residenciales y formado por una docena de construcciones. Hasta este lugar llega una pequeña carretera que debemos seguir hasta el pueblo de Padrão, donde las calles empedradas son estrechas, casi diminutas en algunos tramos y al igual que el vecino Sistelo, tiene una arquitectura donde la piedra y madera configuran el carácter del lugar.

El camino serpentea entre los campos aterrazados que todo el tiempo veníamos contemplando a lo largo del recorrido, en un largo descenso hasta divisar las almenas del castillo de Sistelo, punto final de este recorrido por el pequeño Nepal.

Anxo Rial.

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