Las humildes casas del pueblo y los edificios religiosos forman una piña entorno a su pequeña plaza, donde una fuente ornamental y un grupo de árboles de soberbio porte otorgan al lugar la tranquilidad y solera de las aldeas del interior gallego. Los pasos del visitante buscan, como si de un imán se tratase, la imponente estructura que forma el conjunto del monasterio de Santa María.

La historia del cenobio, Bien de Interés Cultural desde el año 1951, pasa por su acta fundacional, que sitúa con fecha 21 de agosto de 1124, momento en que la condesa de Portugal, Doña Teresa, otorga al abad Arnaldo y los monjes que le seguían, los poderes para fundar en la Riveira Sacrata un monasterio, concediendo en el mismo documento de la rúbrica el privilegio de desplazamiento de los monjes por los nuevos y desconocidos territorios de A Ribeira Sacra. Las obras del monasterio comenzaron hacia 1575, con planos dibujados por Juan de Tolosa, maestro jesuita y hermano del que fuera aparejador en las obras de El Escorial. Por su parte la dirección de las obras fue encargada al maestro cántabro Juan de la Sierra. El resultado de combinación y esfuerzo nos muestra un esbelto y elegante templo, con una de las fachadas más importantes de la arquitectura renacentista gallega. El acceso al tempo y sobre la puerta una hornacina da cobijo a una imagen de la Virgen de la Asunción, mientras en su interior destaca el retablo mayor, obra del escultor gallego Mateo del Prado, con tallas en altorrelieve dedicadas al Nuevo Testamento. La iglesia tiene planta de cruz latina y tres naves de cinco tramos, con una linterna en la cúpula del crucero. Merece la pena salvar el tramo de escaleras que nos conducen al coro alto, desde el que tendremos unas privilegiadas vistas del conjunto de la iglesia, además de admirar la sillería del coro del siglo XVII. Elaborado en madera de nogal blanco sin policromar, pasa por ser una de las muestras escultóricas más sobresalientes del renacimiento y una de las obras más notables del escultor portugués, afincado en Ourense, Alonso Martínez de Montancha.

En el lateral sur de la iglesia se encuentra uno de los dos claustros del monasterio. El procesional fue edificado a caballo entre los siglos XVI y XVII. Una sucesión de arcos de medio punto decorados con tracerías de estilo gótico, ya muy deterioradas por el tiempo, ocupan la parte inferior, mientras el superior presenta un aspecto más funcional, ocupado en la actualidad por las instalaciones del colegio público. El segundo claustro o de la hospedería, fue construido posteriormente con la intervención de Juan de la Sierra y estaba destinado a la acogida de viajeros. Es de planta cuadrada con arcos de medio punto y columnas de fuste liso rematadas por un capitel alcarreño. En los medallones que adornan los arcos son reconocibles las tallas de varios santos, además de los reyes Carlos I y Felipe II. Montederramo es un apacible lugar, un refugio dentro de los lindes de la montaña ourensana y un estupendo escenario para disfrutar de las vacaciones y de nuestra visita a la Ribeira Sacra.

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