Uno llega por fin a las puertas de la aldea de A Godela tras muchas desviaciones por estrechas y antiguas vías de comunicación entre núcleos hoy casi abandonados. Estamos en los dominios de Cerdedo-Cotobade, una de las zonas más castigadas por la deserción poblacional de toda la provincia de Pontevedra. Al final de la aldea de A Godela, cuando el automóvil ya no puede continuar, se abre una calzada de piedra, un camino gastado que entre muros de mampostería se adentra en un bosque atormentado. Esta senda de firme tosco e irregular desemboca a los pies de un enorme roble, que impasible, apunta directamente a las ruinas del conjunto arquitectónico que da forma a los restos de A Godela de Abaixo y la Casa da Peste.

El umbral de la fenomenal casa nos avanza un amplio patio, donde un pórtico formado por dos elaborados arcos de medio punto rápidamente acaparan nuestra atención ya que son algo excepcional para una supuesta y humilde casa de campo. A poco que nos fijemos, aparecen también en el horizonte la escalera a la ya inexistente planta superior, los restos de una “lareira” y los huecos de las paredes para albergar los utensilios de la cocina. En la fachada exterior una curiosa ventana con fuertes rejas, alimentan la teoría de reclusión que desempeñaba la casona.
El lugar sorprende, por lo alejado y solitario. ¿Pero que era en realidad este retirado lugar y cuál es el motivo de esta denominación? Aquí de nuevo la leyenda se mimetiza con la realidad y se cuenta que fue entre los gruesos muros de esta casa donde se recluyo a personas infectadas con la bacteria Yersinia Pestis, la causante de la temida enfermedad de la Peste. Un mal que causo millones de muertos en toda Europa en la ya lejana Edad Media. Indagando entre los más viejos del lugar sobre la actividad en la Casa da Peste, nadie recuerda con exactitud la función del inmueble, pero si historias contadas por sus ancestros que hacen referencia al fallecimiento de varios miembros de la misma familia en muy poco tiempo. En cualquier caso estamos hablando de historias perdidas en un tiempo relativamente corto, si lo comparamos con la fecha grabada en el dintel de la entrada que nos trasporta hasta 1721, que curiosamente coincide con el periodo de una de las últimas epidemias de la peste en Galicia, por lo que resulta más que probable que el lugar fuera efectivamente una especie de hospital para los enfermos de la devastadora enfermedad.


Dentro de los límites la finca permanece anclado un espectacular hórreo de cuatro pares de pies y construido totalmente en piedra. En el exterior de la propiedad confluyen tres caminos, una encrucijada presidida por un espectacular peto de ánimas que nos traslada hasta el siglo XIX. Al observar lo elaborado y el porte de esta obra arquitectónica, de nuevo las dudas rondan por la mente del viajero. Como dato curioso señalar, que el ultimo habitante de la casa fue una mujer llamada Digna Durán, quien abandono la propiedad hace más de una treintena de años, vendiendo el inmueble a unos alemanes por cuatro millones de las antiguas pesetas, pese a lo cual, nunca más aparecieron por el lugar a hacerse cargo de la compra, dejando la Casa da Peste languideciendo en un triste y paulatino abandono.



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