Bien, se necesitaría mucho espacio y cervezas para terminar por definir qué es exactamente una cerveza trapense. Pero, para entendernos, digamos que es una cerveza elaborada entre los misteriosos muros de una abadía y además por monjes. Como dato curioso, que nos lleva a la importancia de estas cervezas, solo hay diez abadías en todo el mundo que cumplan las condiciones para la elaboración de cerveza.

Como no podía ser de otra manera, seis de ellas están en territorio belga, dos en Holanda, una en Austria y descolgada de Europa, una estadounidense. Bélgica se toma  muy en serio esto de la cerveza, lo hace desde la lejana Edad Media, una época difícil para conseguir el codiciado vino. Motivo que llevo a los monasterios a buscar un sustituto y con ello las primeras recetas para la elaboración de la cerveza. Fueron necesarios años, décadas y siglos de entrega, donde los artesanos de abadías y cenobios fueron depurando sus recetas hasta conseguir métodos que representa autentico arte. Un arte secreto y exclusivo.

Los datos no fallan, en Bélgica hay 600 tipos de cerveza distintos, 1.500 marcas y 160 fábricas, con estas estadísticas no hay duda que en ese país, la cerveza es más que un simple refresco, es una tradición y hasta la UNESCO ha reconocido este merito, declarando la cultura cervecera belga como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Con todo este legado, el departamento de turismo de Bélgica ha trazado a lo largo de todo el país, visitas a todos estos escenarios cerveceros. Rutas que permiten al curioso visitante recalar no solo en las abadías, si no en pueblos y villas que han prosperado gracias a su elaborada y mítica cerveza. Solo hay que dosificar y dejarse llevar, o mejor, que te lleven.