Viajamos a la esencia de la Galicia mística, A Ribeira Sacra es uno de los lugares más visitados de toda la comunidad, allí los tempos, en su mayoría fundados en el siglo VI en adelante,  se asoman a las orillas del rio Sil y Miño, brindando al visitante un recorrido pausado, reflexivo y románico. Esta zona de interior ocupa una extensión de setecientos kilómetros cuadrados que se extienden entre el sur de la provincia de Lugo y el norte de Ourense, con una geografía muy accidentada, de escarpados precipicios, abismos que los lugareños han aprovechado para construir sus bancales, auténticas terrazas de vértigo, que dan origen a renombrados vinos.

Situada en uno de los márgenes del rio Sil, la población de Castro Caldelas, comparte riberas y montaña, en un territorio donde los bosques de robles y castaños forman un tupido manto vede. La villa aparece ante nosotros con la silueta de su imponente castillo, una fortaleza que domina el horizonte y centra el interés del visitante. Históricamente los primeros habitantes llegaron a estas tierras hace 4500 años y dejaron su huella en dos necrópolis localizadas en la Sierra de Mazaira y el Burgo. Los romanos también estuvieron aquí buscando el oro del Sil, trazando por la zona la Vía Nueva que unía Braga y Astorga. La Mansio Praesidium, en la aldea de Burgo, funcionaba en ese tiempo como parada para los viajeros que transitaban por ese camino, es además en esa zona donde se han hallado abundantes restos arqueológicos de esa época.

La Edad Media marco la realidad documentada del lugar, así en el siglo IX se hallan las primeras referencias escritas sobre Castro Caldelas, que evolucionó gracias a la existencia de los monasterios de San Juan de Camba del año 963 y el de San Paio de Abeleda de 1127, aunque se especula, por los restos de sarcófagos encontrados en sus ruinas del ultimo, podría ser del siglo X.

Es de obligada visita un paseo por el casco antiguo de Castro Caldelas, declarado conjunto histórico-artístico.  Un mosaico de calles empedradas y estrechas, cabalgan colina arriba hasta su castillo, levantado sobre antiguas ruinas en el siglo XIV. Un bastión que ha contribuido a marcar la historia de la villa con periodos de grandes miserias y revueltas. Desde la fortaleza y sin perder altura, se abre un pasillo custodiado por casas de piedra, es el barrio de Cima de Vila, una atalaya que finaliza en la iglesia de Santa Isabel. El templo del siglo XVI y de estilo renacentista, es de reducidas dimensiones, pero con diversos elementos que lo sitúan en los devenires de la villa. Ocupa uno de los extremos del montículo y ofrece unas  panorámicas espectaculares del cañón del Sil y el conjunto de Castro Caldelas, en esa hora donde el sol, tiñe dorado sobre las almenas del castillo y la luna se prepara para ocupar su lugar.

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