Como bien describía el escritor Ánxel Fole en algunos pasajes de su obra “Terra Brava”, la montaña luguesa puede ser suave y amorosa, pero también severa y recia, pero siempre grandiosa y espectacular. Hospital do Incio es un lugar sorprendente por su aislamiento y el viajero se siente instantáneamente transportado a un lienzo natural, apenas alterado. Aquí, la figura de un pequeño templo en mitad de la nada evoca tiempos pasados, donde los viajes se medían por leguas y los peligros acechaban en cada rincón del bosque.

Esta iglesia fue construida en mármol de una tonalidad azul, el único material disponible en las canteras cercanas y las leyendas también se ciernen sobre estas tierras montañosas, donde supuestamente el mismo Belcebú edificó el templo en una sola noche. La verdadera historia sobre el lugar está ligada a la Orden de San Juan de Jerusalén o Malta y su cruz grabada en un blasón del tímpano atestiguan ese hecho, además del enterramiento de fray Álvaro de Quiroga, cuya sepultura se encuentra dentro de la iglesia. La edificación del tempo surgió de la necesidad de contar con una fortaleza que permitiera a los fieles la oración, pero también prestar protección a los peregrinos que por este lugar pasaban en el siglo XII y repeler algún posible ataque por parte de bandidos y malhechores.

La iglesia de estilo románico dedicada a San Pedro Félix no era el único recinto del lugar y el conjunto primitivo estaba formado por una hospedería, hospital y el propio templo, que aparecían integrados en una fortaleza. La torre campanario que hoy vemos y que aparece alejada de la propia iglesia, pertenecía a la parte defensiva y tras varias transformaciones quedo definitivamente como campanario. El resto del recinto bélico fue utilizado para edificar en el siglo XVI el panteón de los Señores de Quiroga. Si atendemos a la parte arquitectónica, el templo tiene numerosos detalle que lo hacen único, empezando por los materiales usados, donde una combinación de caliza y mármol, convierten el edificio en el único en todo el territorio español. La nave es de planta rectangular con tres portadas y varios detalles decorativos, donde aparece reflejada la Cruz de Malta.

En el interior las tonalidades azuladas del mármol se acentúan todavía más con la combinación de luces y sombras, allí sobre uno de los laterales de la iglesia y enmarcado por un arco de clara inspiración gótica descansa la tumba de Don Fray Álvaro de Quiroga. La figura del comendador sujeta entre sus manos el pomo de una espada. En la base del sepulcro aparecen tallados tres escudos, en el centro la Cruz de Malta y de nuevo la leyenda habla de la prohibición de retirar esta sepultura, de ser así, la iglesia entera se desplomaría sobre el osado profanador.

Comparteme en tus redes sociales...

Más noticias...

El mundo de la música encierra multitud de historias y anécdotas, curiosidades que en ocasiones se convierten en leyendas en […]
La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es R-921480-1260136883.jpg
Hay la lluvia, tan necesaria y cansina. La lluvia es uno de esos fenómenos naturales, al igual que el fuego, […]
Cuantas veces he escuchado, “es que el jazz es complicado, difícil de escuchar, no lo entiendo”. Sí, sin duda son […]
El comienzo de Música Oskura es un homenaje, una oda a la figura de un excelente artista, componente de la […]
error: Content is protected !!