Este pueblo que ser refleja en las frías aguas del rio Miño es relativamente joven, apenas alcanza los cincuenta años sobre la bonita colina del Monte de O Cristo. El primitivo poblado yace bajo las aguas del pantano de Belesar y solo a finales del verano y cuando la presa se vacía, se deja ver el esqueleto fantasmal de lo que un día fue Pons Minei. En la Edad Media, pasó a llamarse Portomarín y gozo de gran protagonismo, un esplendor que inspiró a los caballeros de la Orden de Malta a fundar aquí un monasterio de protección y control. En el año 1946 fue declarado Conjunto Histórico Artístico. De nada sirvió la belleza e importancia del lugar, para evitar la muerte del histórico Portomarín y en 1963, el agua comenzó a borrar las viviendas, huertas, cementerio e incluso el imponente puente de diez arcos que los romanos habían levantado en el siglo II, el mismo que doña Urraca, había ordenado destruir en 1112, frenando así la persecución de las tropas enviadas por su esposo Alfonso I

Con la llegada del agua se fueron siglos de historia y se creó uno de los embalses hidroeléctricos más grandes de Europa. Afortunadamente no todo iban a ser desgracias, a los habitantes del pueblo se le planteó la opción de desmontar los elementos arquitectónicos más importantes y reconstruirlos en la nueva ubicación con vistas al nuevo pantano. De esta forma con el nuevo trazado y diseño del arquitecto Pons Sorolla, se fue dando forma a la nueva villa, que guardaría la estética del pasado y donde los principales monumentos fuero repartidos y reconstruidos en esta nueva ubicación.

La visita al pueblo se puede comenzar de igual forma que los peregrinos que llegan a Portomarín, subiendo la escalinata que lleva al interior de la villa y pasando primero por la capilla de las Nieves. El templo, hoy reconstruido es del siglo XVI y estaba dedicado anteriormente a Santiago Apóstol. En el centro del pueblo se levantó, la iglesia de San Nicolás, situada sobre un antiguo castro. De recia estética y que roza la apariencia de fortaleza, perteneció a los caballeros de San Juan de Jerusalén u Orden de Malta.

Destacan el tímpano y las arquivoltas, con la presencia de las figuras del apocalipsis, además del enorme rosetón que preside la entrada al templo y que armoniza el conjunto. No debemos cerrar la visita sin contemplar la pequeña iglesia de San Pedro, de una sola nave y con elementos que no ocultan su procedencia románica, que nos traslada a 1182, año de su consagración, si bien el templo ya existía en el siglo X. Portomarín es un pueblo con historia, uno de los maravillosos pueblos con encanto de Galicia.

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