La Sierra del Galiñeiro da vida a uno de los últimos ríos de importancia del sur de la provincia de Pontevedra. Entre estos peñascos y hacia el sur, casi tocando los lindes del monte Aloia, comienza a brotar lo que será más tarde el rio Miñor. Desde los cuatrocientos metros de altitud de su nacimiento, se desliza con parsimonia hasta Gondomar, para esperar las aguas de su socio más importante, el rio Zamans. Este último rio, también llamado Vilaza, nace igualmente en la Sierra del Galiñeiro, pero más la norte, formando un caudal lo suficientemente importante para albergar una presa para el suministro de agua. Este pequeño embalse se inauguraba en 1950, con la intención de aprovisionar de agua potable al ayuntamiento de Vigo y concellos limítrofes.
El rio Zamans rápidamente esquiva el parque empresarial de A Pasaxe, para enfilar su cauce a terrenos más rurales y llega a las puertas de Gondomar para fusionarse con el Miñor, al que le cede pleitesía perdiendo su nombre. Ya juntos atraviesan la localidad de Gondomar, un importante nudo de comunicaciones ya desde tiempos prehistóricos. Históricamente fue en la Edad Media la que marco un cambio significativo en esta villa de interior, con un importante aumento demográfico y con ello la edificación de varios pazos y casas señoriales, además de una interesante herencia religiosa que se extiende por todo el municipio. El rio Miñor atraviesa ahora una de las comarcas más bellas de Galicia, un camino al mar muy sosegado entre apacibles campos de cultivo e interesantes vestigios históricos, donde destaca el espectacular puente de A Ramallosa.
El rio Miñor, ya influenciado por las mareas mira terreno abierto, dando forma al estuario de A Foz, un espacio mareal de alto valor ecológico que se extiende desde la Xunqueira hasta la entrada de la ría de Baiona, en las proximidades de la playa de Ladeira. Este humedal de terreno pantanoso supera las noventa hectáreas y está incluido desde principios de 1999 en la Red Natura 2000, representando un oasis para diferentes especies que frecuentan el lugar. Históricamente este fue un lugar productivo para el aprovechamiento marisquero y en periodos de bajamar era frecuente ver como las mujeres se afanaban por capturar almejas y berberechos, una actividad relegada a las hemerotecas, pues desde el año 2010 las marismas permanecen cerradas al marisqueo, siendo hoy un lugar para la conservación, un magnifico espacio para contemplar como el sol se esconde tras Monte Lourido e inunda de reflejos dorados esta placida laguna.
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